La irrupción y el crecimiento acelerado de las redes sociales, ha detonado la necesidad de estudiar los usos que le otorgan las personas a dichas plataformas digitales. Para este fin, el Big Etnographic Data, abre un amplio espectro de posibilidades para entender los patrones, hábitos, valores y aspiraciones que tiene la población, como sustento importante en el diseño de estrategias cada vez mejor adaptadas a la realidad de los votantes.
Recordemos que, a nivel mundial, existen 4.95 billones de usuarios de internet respecto a los 7.91 billones que integran el total de la población mundial y que es equivalente al 62.5% de acuerdo con el informe “We are social” de Hootsuite. Asimismo, nos demuestra cuál es la distribución de tiempo promedio que destinan las audiencias a los servicios online.
Tiempo diario destinado a los servicios media: Hootsuite
En ese contexto, es importante entender al Big Data como uno de los conceptos clave que implican aquellas técnicas y herramientas para procesar grandes cantidades de datos digitales que vierten las audiencias en estas nuevas esferas públicas.
Toda recolección de estadísticas implica un uso interpretativo con propósito de acción de las mismas. Ante cierta improvisación en la aplicación de la Comunicación Política actual, como estrategas, consultores y analistas debemos preguntarnos ¿cuáles son las claves que necesitamos saber para posicionar de manera asertiva los mensajes con formatos y tiempos en las plataformas adecuadas?
Al respecto, la autora Elisenda Ardévol (2017), señala que, “la potencialidad del análisis Big Data está relacionada con esta identificación de patrones y que estos patrones puedan tener una capacidad predictiva”.
A fin de situar marcos de referencia para la construcción de mensajes políticos durante campaña electoral o incluso gubernamental, la metodología de Big Etnographic Data, puede ser de alta utilidad. Solo mediante una delimitación de unidades de estudio, se puede hacer la recolección de datos con apoyo de estadísticas, mapas, investigación, observaciones de inmersión profunda, correspondientes a los espacios y sujetos.
Por ejemplo, se podría estudiar como caso hipotético, los hábitos de consumo de jóvenes entre 18 a 25 años que ocupan Instagram. del Distrito de San Isidro, en Lima, Perú. Desde una visión holística, la metodología de Big Etnographic Data, tiende a reconocer dinámicas de distinción y unificación en la forma de apropiación de los bienes culturales.
¿Qué tipos de fotografías publican? ¿Cuál es el perfil de cuentas a las qué siguen? ¿Cómo hacen uso del lenguaje escrito? ¿Hay alguna tendencia en la conversación digital que generan? ¿Qué hashtags están comentando en el momento? ¿Sus contenidos reflejan alguna aspiración? ¿A qué publicaciones reaccionan más? ¿Existe algún interés por organizaciones o movimientos políticos? Estas son algunas de las preguntas que podemos hacer y estudiar a detalle para construir insights y narrativas que identifiquen, fidelicen y movilicen al electorado con las causas que se encabezas.
Sin duda, la aplicación del Big Data es un reto que pocas campañas, gobiernos y entidades públicas están dispuestos a asumir. La mayoría de los encargados de las áreas de Comunicación, oficinas de Prensa, Difusión o departamentos alternos, se enfocan en la Comunicación como un proceso sujeto únicamente a la difusión de resultados, sin conocer la relevancia de aplicar análisis a profundidad para la construcción de mensajes que permita no sólo dar a conocer, sino interactuar, expresar y generar un impacto en los votantes y en general, en cualquier grupo de ciudadanos.